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domingo, 29 de julio de 2012

Antecedentes de la construcción del Ferrocarril de Mollendo a Arequipa

Instantánea de la estación del ferrocarril de Mollendo en el año 1886

En el año 1847, ante la posibilidad de la construcción de un ferrocarril de Islay hacia Arequipa, un Sr. W. Evans encarga al Sr. Blume de la ciudad de Lima, plantear dicha idea.

En 1858 el diario capitalino "El Comercio", en su edición del 14 de octubre, publicó una colaboración anónima muy interesante en las que hacía un estudio completo y minucioso de la situación ferrocarrilera, con cálculos sobre la renta que entonces producía la Aduana y la que podía producir el ferrocarril. Concluía que la obra debía partir de Islay, tanto por la menor distancia y declive como por sus características (que no poseen Quilca, Mollendo y Mejía); y que era el propio Estado el que debía emprender esa obra trascendental, no sólo por Arequipa y el sur del país, sino también para la vecina Bolivia.

lunes, 23 de julio de 2012

Antiguos mapas del puerto de Islay

Mapa de la caleta de Islay del año 1865 según el Atlas Geográfico del Perú del historiador Mariano Felipe Paz Soldán. Este material fue publicado a expensas del Gobierno Peruano y siendo Presidente el Mariscal Ramón Castilla

Plano topográfico de la localidad de Islay en el año 1859
Se observa las ubicaciones de la Aduana, el Vice consulado Inglés, el Fuerte... entre otros

jueves, 19 de julio de 2012

Carlos Baca Flor gana en Chile el premio "Roma"

Carlos Baca Flor - Hijo ilustre del distrito de Islay - 1865 - 1941

El presidente Andrés Avelino Cáceres se sentía atribulado en su despacho. El país vivía la mayor de sus desesperanzas a finales del siglo XIX como consecuencia de la guerra. Las arcas fiscales habían sido saqueadas por el invasor y la producción estaba paralizada.

No había gobierno ni entidad extranjera que quisiera darle el más pequeño crédito. El territorio quedó fracturado y la riqueza más importante, las salitreras, había sido perdida. Algunos creían que el "Brujo de los Andes", si bien se había erigido como el más genuino guerrero defensor de la peruanidad, no era el estadista más indicado para administrarlo y procurar su resurrección. Abrumado por los problemas heredados, el dolor y el desaliento moral; presidía en realidad un país inmanejable.

lunes, 16 de julio de 2012

El puerto de Islay en el año 1836 según informe de su Gobernador

Puerto y villa de Islay en 1868, 32 años después del reporte de Don Rafael Gruesso

En el informe que hace en agosto de 1836 don Rafael Gruesso, Gobernador Político y Comandante Militar de Islay, en el expediente que se instruye para la erección de la Parroquia del Puerto de Islay separada de la Parroquia de Tambo, encontramos datos muy interesantes que a continuación detallamos:

"Esta Vice-Parroquia del Valle de Tambo se considera con ocho leguas de longitud desde el puerto que fue de Mollendo, de sur a norte por la parte de arriba; y por la de abajo hasta la Piedra Hincada; y de latitud de Este a Oeste, ocho leguas desde las orillas del mar hasta los cabos donde concluyen las lomas".

"Su población consta de tres calles rectas con los nombres de Aranta, Yanacocha y Granada, y otra nueva con el de Socabaya. Tiene siete calles de travesía con hermosos edificios de tablasón altos y tiendas de comercio. Las casas que la componen son 155, de toda clase, que cada día van en aumento y trabajados del mejor gusto".

El pueblo de Islay en el año 1833, según Flora Tristán

Puerto de Islay en una fecha posterior a la llegada de Flora Tristán

Flora Tristán en "Peregrinaciones de una Paria", nos relata cómo era Islay, puerto donde desembarcó del "Leonidas" para entrar al Perú, el 9 de setiembre de 1833.

Islay: "...¡Ah! ¡Si usted supiera señorita, en qué horrible desierto nos encontramos! ¡Es espantoso! Ningún árbol, nada verde, sólo arena negra y árida y algunas cañas de bambú. ¡Dios mío! ¡Dios mío! ¿Qué va a ser de mí?".

"Doctor, es preciso tomar un partido. La suerte está echada. Sus llantos, sus lamentos y sus maldiciones no harán crecer árboles ni verdor. Por lo demás parece que usted viene acá para buscar oro y no hermosos lugares campestres".

"Me levanté. Mientras me vestía mi imaginación exageró de tal manera el horror del país que, cuando subí al puente, me sentí menos afectada por la vista de la aridez y la miseria. Toda la costa del Perú es en extremo árida. Islay y sus alrededores no presentan sino una perspectiva de desolación. Sin embargo, el puerto prospera en forma sorprendente."

El pueblo de Islay en el año 1863 según Antonio Raimondi

Puerto y villa de Islay en el año 1875. Como puede observarse, en antiguas cartas geográficas se usaba su nombre aborigen, ILAY

Antonio Raimondi en su obra "El Perú" nos describe con todo lujo de detalles cómo era Islay en el año 1863, a cuyo puerto llegó el día 29 de noviembre del citado año. Dice así:

"El Puerto de Islay consiste en una ensenada abrigada por una punta que entra a la mar. El puerto esmuy pequeño y algo difícil para la arribada, a causa de granes peñascos e islotes situados casi a su entrada. Islay no tiene playa y por todas partes la roca está cortada a pico, formando una barrera elevada contra la que chocan las olas del mar. Hasta hace pocos años el desembarcadero era muy difícil y peligroso porque no había muelle, y para subir y bajar existía una móvil y bambaleante escalera de soga que estaba apoyada a una peña vertical, sobre la cual era preciso trepar con ligereza para evitar el peligro de ser aplastado por la embarcación movida con violencia por las fuertes oleadas"

domingo, 8 de julio de 2012

El flagelo de las epidemias de Islay

Tal vez por la influencia del clima, la falta de medios naturales como la vegetación, el agua potable, la propia alimentación escasa de los elementos necesarios para la salud, además de la ausencia de los medios sanitarios y por lo general higiénicos en los habitantes de recursos pobres, que eran los más en la población; es que en Islay se declararon terribles epidemias infecto contagiosas con caracteres alarmantes, porque no hubieron recursos para combatirlas.

En el año de 1836 se declaró la primera epidemia de tifus Exantemático y es cuando el pueblo aprendió a soportar los estragos de este terrible y mortal mal. La desesperación de la población hacía que el pánico cundiera más y más, porque los enfermos de todas las edades se multiplicaban como una maldición. Se veía las figuras espeluznantes de cada uno de los enfermos tirados en cualquier rincón de las habitaciones: rostros brutalmente encendidos por la fiebre, delirantes y con repugnantes costras negras en la boca y manchas en todo el cuerpo.