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domingo, 29 de julio de 2012

Antecedentes de la construcción del Ferrocarril de Mollendo a Arequipa

Instantánea de la estación del ferrocarril de Mollendo en el año 1886

En el año 1847, ante la posibilidad de la construcción de un ferrocarril de Islay hacia Arequipa, un Sr. W. Evans encarga al Sr. Blume de la ciudad de Lima, plantear dicha idea.

En 1858 el diario capitalino "El Comercio", en su edición del 14 de octubre, publicó una colaboración anónima muy interesante en las que hacía un estudio completo y minucioso de la situación ferrocarrilera, con cálculos sobre la renta que entonces producía la Aduana y la que podía producir el ferrocarril. Concluía que la obra debía partir de Islay, tanto por la menor distancia y declive como por sus características (que no poseen Quilca, Mollendo y Mejía); y que era el propio Estado el que debía emprender esa obra trascendental, no sólo por Arequipa y el sur del país, sino también para la vecina Bolivia.

En 1860, el chileno Juan Barros ofrece construir el ferrocarril desde Islay hasta Arequipa por la suma de 10 millones de pesos y en 1863 don Patricio Gibson y don José Pickering obtienen del Gobierno del presidente Juan Antonio Pezet la concesión para construirlo en la suma de 10 millones de soles. Posteriormente surgen otras ofertas y opiniones (don Eduardo Harmsen propone que el Estado y su Contratista fuesen a partes iguales y el Ing. Oswaldo Younghusband opina que no podría costar menos de 18 millones de soles).

"El Comercio", en editorial del 27 de mayo de 1863, se ocupó de la cuestión ferrocarrilera, aconsejando tomar todo género de medidas en salvaguarda de los intereses de la Nación. El 30 de enero del siguiente año se realizó en Arequipa una asamblea con participación de autoridades civiles, eclesiásticas, educativas y representantes de las diversas actividades y de pueblos del interior; en ella se planteó un urgente y último pedido al Gobierno (verdadero ultimátum), pues no era posible esperar ni un día más, para que contrate la construcción del ferrocarril que uniera dicha ciudad con la costa. El documento se publicó en los diarios "El Ferrocarril" de Arequipa y en "El Comercio" de Lima, el 1ro de febrero de 1864.

En el año 1865 continuaban en Arequipa los debates entre quienes opinaban por Mejía y los que se inclinaban por Mollendo, como terminal del ferrocarril, al extremo de tildarse de asnos e ignorantes; un detalle anecdótico es que muchos de los litigantes no conocían el mar, como dice el corresponsal en Islay del periódico arequipeño "La Bolsa".

En 1868, cuando ya se hablaba de la proximidad de construir el ferrocarril, los vecinos de Islay se dirigen al Supremo Gobierno llamando su atención sobre lo que, en realidad, los asistía el derecho de que su puerto se considere como terminal ferroviario.

Ese mismo año se nombró una comisión de arequipeños junto con el Ing. Prentice, para que opinaran al respecto; aquellos negaron su concurso (en realidad desconocían el problema), pero Prentice, con toda autoridad manifestó que Mejía no servía, Mollendo con algunas modificaciones podía servir e Islay indiscutiblemente era mejor; y que si el terminal se hacía en Mollendo sería temporalmente, pues antes de cien años Islay sería siempre el puerto del sur del Perú.

En en esta situación que surge la figura de Enrique Meiggs, un aventurero audaz muy inteligente y hábil conocedor de los hombres. El 31 de marzo de 1866 se presentó ante el Gobierno ofreciendo hacer la obra bajo las condiciones que se estimen las más convenientes, por la suma de 12 millones de soles y en un plazo no mayor de tres años, a partir de 40 días de firmado el contrato.

Durante la construcción del ferrocarril los habitantes de Islay continuaban aduciendo que ese era técnicamente el lugar más adecuado para el terminal. Más tarde un hecho les daría la razón, cuando en 1914 el Ing. holandés Kraus (en colaboración del Tnte. de Marina Germán Stiglich) señaló la pequeña bahía de Matarani como lugar adecuado para construir un puerto de buques.

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