Flora Tristán en "Peregrinaciones de una Paria", nos relata cómo era Islay, puerto donde desembarcó del "Leonidas" para entrar al Perú, el 9 de setiembre de 1833.
Islay: "...¡Ah! ¡Si usted supiera señorita, en qué horrible desierto nos encontramos! ¡Es espantoso! Ningún árbol, nada verde, sólo arena negra y árida y algunas cañas de bambú. ¡Dios mío! ¡Dios mío! ¿Qué va a ser de mí?".
"Doctor, es preciso tomar un partido. La suerte está echada. Sus llantos, sus lamentos y sus maldiciones no harán crecer árboles ni verdor. Por lo demás parece que usted viene acá para buscar oro y no hermosos lugares campestres".
"Me levanté. Mientras me vestía mi imaginación exageró de tal manera el horror del país que, cuando subí al puente, me sentí menos afectada por la vista de la aridez y la miseria. Toda la costa del Perú es en extremo árida. Islay y sus alrededores no presentan sino una perspectiva de desolación. Sin embargo, el puerto prospera en forma sorprendente."