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viernes, 20 de julio de 2012

Atentado a la Logia Masónica de Mollendo en el año 1893

El 27 de marzo de 1893 se suscitaron bochornosos actos en Mollendo, en los que una multitud de sujetos embriagados y provistos de palos y armas de fuego, atacaron la Logia Masónica que, precisamente, celebraba una sesión extraordinaria con motivo de los funerales del masón Don Emilio Cazorla, distinguido caballero de la localidad. Todos los concurrentes propios y extraños fueron víctimas de vejámenes y de toda clase de improperios que se hicieron en nombre de la Curia. No satisfechos con ello extrajeron de la Logia y casas vecinas, muebles y otros enseres que fueron quemados en la vía pública. Los señores Leopoldo Flores Guerra y el Alcalde Don Aurelio I. Zegarra fueron los mayores lesionados.

"El Comercio" en su edición del día siguiente, publicó la noticia recibida por cable, comentando: "Las autoridades y la policía habían desaparecido durante este salvaje atentado a las cultura y a la civilización de un pueblo como Mollendo y al país al que pertenece, exhibiéndonos en grado vergonzoso de ignorancia y fanatismo"... "Pedimos al Gobierno la severa aplicación de la Ley, para que todos estos criminales sean castigados con todo rigor y satisfacer la vindicta pública y el honor nacional de la República".

Lamentablemente todo quedó impune. Los actores fueron identificados pero los jueces de Mollendo y Arequipa se excusaron en tomar las acciones correspondientes. En tanto el señor Cura Juan B. Arenas, frotándose las manos, se jactaba de haber derrotado a los enemigos de la Santa Iglesia Católica; pero, habría sentido pena y arrepentimiento pues en el incendio se quemaron objetos sagrados, incluso una imagen de Cristo.

El Sr. Prefecto de Arequipa llegó a Mollendo por orden del Ministro de Gobierno y, junto con el Coronel Masías pudo comprobar a posteriori la magnitud que su inercia y complicidad habían ocasionado, por lo que fue inmediatamente sustituido. Lo mismo pasó con el Jefe de Policía: Todos estos y otros personajes estuvieron ausentes, naturalmente coludidos con el Sr. Cura quien, al pie de la letra, obedeció órdenes del Sr. Obispo de Arequipa, Monseñor Huerta; que se había declarado enemigo número uno de la Masonería y trató de destruir las Logias de Mollendo y Puno.

En la ciudad de Puno la Curia era más liberal, por lo que los masones se defendían a balazos. Cada noche dos miembros de la orden masónica velaban en su local dispuestos a toda eventualidad. Lo más curioso y lamentable es que, posteriormente, falleció en Puno el Monseñor Huerta después de un banquete (el clima, la altura o una intoxicación, no se pudo averiguar la causa), hecho que los masones de Mollendo lo sintieron sinceramente, como consta y así lo manifestaron al Cura Arenas.

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